Todos los animales dejan rastros variados de sus actividades como huellas, excrementos, mudas, cadáveres, nidos, alteraciones en la vegetación, etc; cuya abundancia ha de ser proporcional a las poblaciones que las producen.

   

Generalmente cuando se menciona el termino huella las personas tienden a visualizar la pisada del animal, es decir, la impresión clara y profunda de la parte de la extremidad tanto delantera como trasera que entra en contacto con la superficie del suelo; esta impresión profunda y clara generalmente se observa en suelos cuya composición es relativamente blanda y limpia como arena húmeda o barro; los rastros de los mamíferos son más vistos que los animales mismos, esto se debe a que tienen hábitos discretos, largamente crepusculares y nocturnos; las huellas son registros temporales y puede ser la única señal que una especie este presente en una área determinada. Lamentablemente, este tipo de huella ideal es difícil de ubicar en ciertos ambientes boscosos.

   

Existen varios factores que determinan la conservación y calidad de impresión de una huella, pueden ser clasificados en dependientes e independientes. Los factores dependientes son relativos al animal; como la especie, sexo, edad, marcha (paso, trote, galope o salto) y pata que produjo la impresión (anterior, posterior, derecha o izquierda). Los factores independientes son debido a causas externas como los factores atmosféricos, propiedades del terreno, conformación del sustrato (arena, piedras, barro, etc) y tiempo de impresión de la huella (Becker & dalponte, 1999).

   

Seguir la pista a las huellas es realmente fácil, basta mirar con detenimiento lugares donde los animales puedan pasar, como orillas y bancos de ríos, playas cerca a líneas de vegetación; en márgenes de pantanos y caminos después de la lluvia, aunque las huellas más fácilmente detectables se dan en lugares desprovistos de vegetación y en suelos arcillosos no muy húmedos.

  

Un método fácil y asequible para registrar huellas, es tomar acetatos de proyección y colocarlos encima los rastros y delinear su contorno con marcadores indelebles de punta fina; además es posible escribir otra información sobre el dibujo del rastro, lo cual nos ayudará a manejar mejor la recopilación de los datos (Emmons & Ferr, 1997).

 

Las huellas también se pueden preservar, haciendo moldes de ellas en yeso o parafina, el secado de las muestras en yeso lleva algún tiempo, por el contrario las realizadas en parafina se obtienen en pocos minutos, su inconveniente es que son demasiado frágiles (Chinery, 1979; Cabrera et al, 1995); con los moldes obtenidos tanto en yeso como en parafina, se pueden sacar contramoldes, los que reproducen con exactitud las huellas cuando son presionados sobre un sustrato adecuado (Bang & Dahlstrom, 1972).

 

La impresión de las patas de animales recién muertos sobre sustratos preparados con anterioridad o almohadillas entintadas y pasados a papel, posibilitan que las marcas obtenidas de este modo reproduzcan con fidelidad los rastros de la especie en el ambiente natural: existen diversas metodologías para elaborar trampas de huellas los más simples consisten en cubrir con una capa muy fina, de talco, arena fina o piedra triturada sobre una superficie conocida, sin embargo esta debe estar protegida de la lluvia para que no se pierdan los rastros (Twigg, 1975).

 

Algunos investigadores usan métodos más complejos como la colocación de papel quimiográfico o la utilización de papel de aluminio cubierto de una fina capa de talco con una solución impermeabilizadora de silicona (Twigg, 1975); además si se utilizan con otras evidencias, como cráneos, huesos, heces y muestras de pelo, tendremos un diagnóstico más certero sobre la mastozoofauna existente en un lugar.

 

TOMADO DE: 

NAVARRO, J. y J. MUÑOZ. 2000. Manual de huellas de algunos mamíferos terrestres de Colombia. Multimpresos. Medellín. 136 p.

 

 

 

Jose Fernando Navarro Pelaez

jfnavarrop@yahoo.com.mx